La confluencia de la individualidad y la realidad genera interpretaciones visuales que Beatriz expone en cada una de sus fotos como pequeñas partes de su universo personal. Cada obra implica, por un lado, la selección de un fragmento del mundo que la encuentra, y por otro, el encuadre de una verdad que ella busca. Por eso, su trabajo es tan íntimo como universal. Se trata de palabra, melodía, imagen e ideal, elementos mismos de un poema pintado con colores extraídos de la mundana santidad.