En la contemplación de los pequeños detalles de la vida, Alexandra encuentra la belleza. Su mirada ágil y su composición instantánea permiten que los objetos relaten las historias por sí mismos. Así, su obra es transparente, fresca y atractiva. Con ella nos recuerda que hace falta desenfocarse a veces del contexto y concentrarse en aquello que llama nuestra atención, sabiendo que sólo con ese juego podremos encontrar la delicada esencia de una sonrisa.